Indiscutiblemente cuando creíamos que lo habíamos visto todo, el mundo vuelve a sorprendernos con historias que superan la ficción.
El nombre de este inocente niñoes jose, quien con tan solo 5 años de edad, ha tenido que asumir la responsabilidad de su familia.
no es broma. Originario de Chiquihuitlán de Benito de Juárez, Oaxaca, José es uno de los niños que viven en carne propia el virus de la pobreza.
Hijo de una madre soltera, José es el mayor de 3 hermanos y puede ser encontrado de lunes a domingo en las plazas públicas limpiando zapatos.
Luego de que su padre los abandonara su madre fuera diagnosticada con artitris reumatoide (enfermedad que ya le ha causado diversas deformaciones) además de sufrir un derrame cerebral que le provocó la inmovilidad de la parte izquierda del cuerpo, José inmediatamente tuvo que asumir el papel del hombre de la casa.
Todos los días de lunes a domingo este pequeño realiza una larga travesía para llegar a la plaza central, en compañía de su única pertenencia y el instrumento que le permite sobrevivir a él y a su familia, un cajón para limpiar zapatos.
A su muy corta edad, este pequeño puede ser visto desde las 7:00 de la mañana ofreciendo sus servicios a cuantas personas pasen, sin embargo y a pesar de que sus jornadas son de más de 12 horas diarias, lamentablemente no son muchos los que lo contratan, por lo que tan solo suele llevar a casa de $200 a $350 pesos y algo de comida que las personas de la zona acostumbran a darle por el gran cariño que le tienen.
Aunque las vecinas mas cercanas del menor le ayudan por las mañanas con el cuidado de su madre y el de sus hermanitos de 2 y 3 años de edad, José cuida de su familia de una manera muy admirable, teniendo que asumir un papel que no le pertenece
Él es tan solo uno de los tantos niños que se han visto obligados a cambiar los juguetes por el trabajo, es un niño cuya inocencia ha sido robada, un niño quien a su muy corta edad parece enfrentar solo al mundo y quien a su vez, protege mejor que muchos a quienes más ama, su familia.
Se me hace pequeño el corazón cuando los veo. Están en todas partes, calles, subtes, negocios, a todas hora del día, bajo un sol abrasador o bajo la lluvia más cruer. Son los niños sin infancia. Son los niños pobres de nuestro país. Aquellos que se ven despojados de su mundo infantil para ingresar a 1 que aun no les corresponde, ni pertenecen, el de los adultos.
Sin embargo, por triste que sea, estos pequeños se adaptan muy triste mente al mundo de los grandes. Van solitos por la ciudad, la recorren, la conocen quizás más que nadie, la exprimen en vivencias, hasta la deben querer, pienso a veces. Estos niños, en los mejores caso viven en lo que llamamos la gran miserias, casitas precarias que no cubren la necesidad mínima de un niño (de un adulto tampoco vale decir), en algunos otros, ni siquiera eso.
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